Otras narraciones Independientes

Más abajo tienes un VÍDEO con extractos del contenido

fundidos en una bellísima música y en hermosas imágenes


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Forma parte de un conjunto de Narraciones Independientes las unas de las otras

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

Cada mañana daba gracias a la Vida por el nuevo día, por el abanico de oportunidades que se abría. «Esa noche salió con los ojos más abiertos…, siempre más abiertos…» 

 

***

Con los ojos abiertos 


    Esa noche ella cerró los ojos y  entonces su corazón voló hacia los Reinos elevados donde la conciencia se abre más libremente a la cálida Luz de la Vida.

***

 

     Conocía el camino, un camino que no recorría con los pies sino con el sentimiento, y el tiempo le iba enseñando nuevas formas de desplazarse por él.

      Mientras su cuerpo físico más denso reposaba en la cama asistido por las corrientes energéticas que lo restauraban del inmenso desgaste sufrido a lo largo del día, otra parte de su ser, en realidad la mayor parte, acudía a otros requerimientos, deseosa de ayudar y colaborar en la ayuda que fuera capaz de proporcionar, o presta a incorporar los conocimientos que se le dieran.      

      Las noches eran de algún modo sus ´días`, ¡tal brillaban en su ánimo las experiencias habidas en ellas! A pesar de no recordar la mayor parte de las mismas, evocaba las suficientes como para consagrarles una gran dosis entusiasmo. 

      Cada noche trataba de sacar el máximo partido a las oportunidades que se le ofrecían, ya fuera en su propia instrucción, en la asistencia a otros o en actividades diversas de colaboración para bienes mayores de las cuales solo era mínimamente consciente.  

       Sin embargo, no se olvidaba que el día la situaba en el lugar y momento propicio para aplicar lo que aprendía en los ámbitos internos y de esa forma incrementar la cuota de Luz en los ambientes en que se desenvolviera. Sabía de la importancia primordial de traer cada mañana a su entorno un poco más de la auténtica Realidad que se esconde tras cada gesto o acción, un poco más de esa Bondad inherente a cada persona o a cada contexto, aun cuando muchas veces pudiera estar oculta en mayor o menor medida tras condiciones o actos presumiblemente negativos.  

    Es por esto que al despertar lo primero que hacía era dar gracias a la Vida por el nuevo día, por el abanico de oportunidades de mejora que se abría desde ese mismo instante…; pero a la vez dedicaba un espacio de tiempo antes de levantarse para recapitular algunos detalles que hubieran quedado poco claros en los acontecimientos nocturnos, o para asentar otros, o para complacerse en ciertos aspectos de sustento que le pudieran dar el impulso suficiente para abordar óptimamente las situaciones diurnas.   

      Esa noche al acostarse dio las gracias por la parte del día que terminaba y por la que estaba a punto de comenzar.

      En cierta forma las percibía tan distintas a la una y a la otra que a veces tenía la sensación de vivir en varios mundos paralelos. Sin embargo estaba consciente de la unidad de acción en todo momento, y en ambos casos echaba mano del conocimiento y habilidades adquiridas indistintamente durante la noche o durante el día.   

      Se tumbó y nada más cerrar los ojos a lo externo notó el cambio de ritmo a través de sus sentidos. Una parte de la conciencia quedaba ralentizada; a la vez que su  habitual sonido era mitigado, otra resonancia mucho más profunda, mucho más dilatada, se iba instalando hasta convertirse también en sentimiento, en imagen y en una fuerza y animación renovadas.   

       Tras un amplio período de oscuro entendimiento mezclado con un total olvido se encontró visitando un lugar en donde al principio creyó que nunca había estado antes, por lo menos conscientemente.  

     La entrada era magnífica y se hallaba custodiada por Ángeles bien distintos a los que solía ver. Altísimos, radiaban tanta Luz que apenas si podía distinguir nada más en Ellos. El perfil extraordinariamente esbelto de Sus cálidos cuerpos semejaba el contorno de alargadas gotas de agua sumamente estilizadas, curvándose ligeramente hacia atrás por su parte superior en una delicada línea de fuga. De aspecto liviano, traslúcido y aéreo, a la vez que de honda densidad, transmitían una pulsación constante de Luz y de Amor… Guardaban el recinto con Su imponente presencia, sin perder un ápice de acogedora solicitud. ¡Cuánto Poder rezumaban Sus amorosos Corazones! ¡Cuán Fuerte es el Corazón de la Divinidad! 

    Los miraba conmovida y, al poco, de algún modo supo que se había comunicado con Ellos.

     Entonces vio cómo se apartaban ligeramente para crear una especie de arco en forma de corazón que pudo traspasar. 

     Sintió más que vio la sonrisa de Esos Seres, y cuando se halló en el interior advirtió que una especie de Manto Luminoso la cubría, otorgándole la libertad y seguridad suficiente como para poder participar de lo que acontecía dentro.   

       A pesar de la amplitud del recinto, solo percibía claramente lo más cercano. 

     Vio una especie de losetas alargadas haciendo las veces de cama para unas personas  acostadas ahora allí. No supo identificar el material de que estaban hechas, aunque los laterales semejaban un tipo de piedra bastante peculiar. Su forma era oval, rematada arriba y abajo por dos superficies completamente planas, siendo más pequeña la que servía de base sobre el suelo y más grande la que quedaba en lo alto. Esta especie de plataforma superior, que adecuaba su tamaño al sujeto tendido sobre ella, brillaba con una luz blanca muy intensa, aunque extrañamente no hacía daño a los ojos. 

    Mirándolas recordó que hacía tiempo, años atrás, había estado en ese sitio u otro semejante, y revivió en todo su ser el contacto con ese lecho y con los Seres que lo atendían. Aquella vez ella había sido una de esas personas que en la cama de Luz eran arropadas por el halo de luminoso calor que las blancas plataformas desprendían. Rememoró a los Bellísimos Ángeles exhalando Su Aliento sobre su frente mientras yacía descansando, al principio semiinconsciente, y sus ojos se abrían aclimatándose lentamente al lugar y a los Seres que en él Servían.   

      En este momento veía a individuos que, como ella misma entonces, se hallaban semidormidos en las cálidas losetas. Cada uno parecía en un estado distinto de consciencia: unos completamente sumidos en plácido sueño, otros permanecían muy quietos, aunque despiertos y receptivos a los Amorosos Cuidados, y algunos pocos conversaban en voz baja o sin palabras con los Custodios que en ese momento les acompañaban, ayudándoles a incorporarse, si lo requerían, en el Confort de Su Abrazo.   

     ¡Cuánto Amor y Altruismo! La generosidad de la Vida esparcía Su Provisión por toda la atmósfera y en cada movimiento y actividad. 

    Allí, aun estando de pie, percibía la Llama del Espíritu lamiendo cada herida en las personas que reposaban; notaba cómo el latido de aquellas que continuaban profundamente sumergidas en los primeros sueños de reparación se acompasaba al suave e ininterrumpido refresco de la Pulsación Universal que todo Limpia, mientras sus desarmonías iban siendo disueltas.

   Devolviéndoles la Paz de sus propios Corazones Inmaculados, los Ángeles se deslizaban de uno a otro lecho atendiendo demandas o contemplando su descanso, en tanto que enfocaban Rayos de Sanación y Confort sobre las empobrecidas conciencias de los durmientes. En Sus grandes Cuerpos de Luz se apreciaban incorporadas las vibrantes efusiones que solemos llamar alas y que ahora permanecían plegadas, aunque fulgurantemente vivas.       

     Esa noche supo que había sido llevada hasta allí en preparación previa para un Servicio, pero un Servicio que no sería prestado en esta ocasión...   

      Ahora, a punto de irse, recordó cuánto le costó la vez anterior dejar el recinto, ¡nada deseaba entonces tanto como quedarse! Los Ángeles del lugar la habían conducido hacia la puerta diciéndole con Dulzura indescriptible que debía volver al mundo externo, que aún le quedaba mucho por hacer. A su memoria vino la infinita paciencia con que la alentaron a partir y cómo ella, confiada a Su Saber, tímidamente marchó a retomar el ámbito físico donde lo había dejado sintiendo que el íntimo Impulso que le transmitían mitigaba su aflicción.  

     Esta segunda visita era bien diferente. Esa noche acató gustosa Su Guía, sabiendo que en el momento oportuno conocería la labor que debería llevar a cabo.

     Muy dentro de sí sintió el inconfundible murmullo del Latido de la Llama que es Universal y Armónico.

***

 

    Esa noche salió con los ojos más abiertos, siempre más abiertos…   

 

FIN

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