Otras narraciones Independientes

Más abajo tienes un VÍDEO con extractos del contenido

fundidos en una bellísima música y en hermosas imágenes


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Forma parte de un conjunto de Narraciones Independientes las unas de las otras

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

Ariadna es una niña de siete años. En el ático de su casa ha creado un Salón de Belleza, pero es un salón de belleza muy especial… 


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El Salón de Belleza de Ariadna 


    Ariadna es una niña de siete años que vive con su mamá y su papá en una pequeña urbanización de chalets adosados. Cada casita consta de dos pisos y un ático.  

    En esta urbanización todos los vecinos parecen llevarse bien y ayudarse mutuamente siempre que lo necesitan. Por eso Ariadna ve muy normal que sus padres siempre estén rodeados de gente y que salgan tan a menudo de casa. Ella muchas veces va con ellos, pero otras se queda en la casa cuidada por una canguro que sus padres contratan.    

     Y es que están muy, muy atareados. Adoran a Ariadna, pero de un tiempo a esta parte parecen estar siempre tan ocupados que apenas si le hacen caso, o por lo menos así lo siente ella.  

     Últimamente han decidido que los fines de semana deben ayudar en el Centro de Mayores que hay en la ciudad organizando unas actividades lúdicas para los residentes. Pero consideran que la niña es muy pequeña para estar allí y dejarles ejercer adecuadamente su función; por eso han contratado a una chica de la misma urbanización para que la cuide llevándosela a su propia casa las todas las tardes de los sábados y los domingos.     

     Apenada al principio por no poder acompañarles, pronto comienza a despertarse en ella una inmensa curiosidad por la sorprendente afición de su nueva cuidadora:

     Cada tarde del fin de semana se da cremas en toda la piel y cara. Se hace peeling y baños de sales y de espuma. Se arregla minuciosamente el pelo, viste con mucho gusto y es muy elegante.  

     Resulta todo tan pulcro y novedoso, que Ariadna decide que quiere hacer lo mismo. 

     Además, la ve siempre tan alegre, que en su mente surge la idea de que la alegría y la belleza van de la mano.     

 

      Y, de este modo, se propone probarlo en su casa...   

    Comienza cogiéndole de vez en cuando algunos cosméticos a su madre, pero siempre le parecen pringosos e incómodos de esparcir.  

    Un día en que volcó todo el contenido de un frasco de sales en la bañera, además de advertir el enfado de su mamá, tuvo que reconocer que la experiencia le había defraudado: ella esperaba que ese ligero tono que adquiría el agua tuviera un efecto… especial… sorpresivo; pero no fue así y, decepcionada, no lo volvió a intentar.  

    Es entonces cuando se le ocurre la idea… ¡ella misma creará las cremas y productos de belleza con la imaginación! ¡Ah!, ¡eso sí que es perfecto! Tendrán el color y la textura que desee, serán fáciles de extender y  habrá tantas y con tal variedad de perfumes, que nunca se cansará de dárselas una y otra vez, una y otra vez…   

    Se pone, pues, manos a la obra e instala  un “Salón de Belleza” en su ático. ¡Oh, sí!, ¡el sitio idóneo! ¡Una zona donde sólo ella pueda entrar! Sabe que la imaginación está hecha de una sustancia muy, muy sutil, y que debe tener cuidado para que no se disuelva en la nada con el ajetreo o las voces de sus padres, tan ocupados e impacientes siempre.    

    Resulta que, dentro de su hogar, el ático es su parte preferida. Está formado por un espacio enorme con varias columnas y grandes ventanas en el techo, y tiene un armario empotrado, una estantería y dos mesas, una de las cuales se usa para la plancha. Además hay dos trasteros, una terraza, un baño, y otro cuarto cuadradito y muy luminoso que siempre ha sido su cuarto de juegos, pero que, desde que se ha hecho más mayor, se ha convertido también en un área de estudio y pintura.  

        En esta habitación, pues, determina ubicarlo.  

    — «Sí, sí», piensa, «es el lugar más apropiado».    

    Comienza consiguiendo un tocador que cubre con un mantel blanco bordado de rosas blancas.  

    También sube el jarrón de cristal de su abuela que tanto le gusta, y que es muy alto y alargado y de un traslúcido color violeta, y lo coloca en la esquina izquierda del tocador. A la parte derecha pone una gran flor hecha de un cristal muy gordo y transparente y, encima de ella, una bola de Obsidiana Arcoíris del tamaño de una naranja grande. Es satinada y muy, muy brillante, y en su oscura superficie refleja cambiantes destellos de color.    

 

    En el medio sitúa una gran fuente de porcelana blanca bajita y abierta, y dentro de ella… nada. Por lo menos nada que puedan ver otros ojos que los de la niña. Porque para ella está rebosante de la más preciada gama de lociones y  perfumes que están hechos… ¡de Luz!  

    Sí, cuando Ariadna la mira, puede ver infinitos haces de Luz de centelleantes colores empeñados en salir e impregnar sus manos y todo cuanto toquen con su mágica naturaleza.  

 

  Cada día antes de acostarse sube, enciende todas las luces y observa durante un ratito sentada delante del tocador en una preciosa silla blanca; lo mira atentamente y trata de escuchar los sonidos que parecen salir de tan fascinante punto.  

    Luego se levanta y extiende las manos  y las introduce largamente en la fuente blanca, hasta que siente una especie de cosquillitas aleteando a través de las palmas y los dedos.  

    Entonces ve que la Luz levanta en vuelo penetrando su piel y expandiéndose más allá de ella; y nota cómo va haciéndose tan y tan fuerte que la impele a moverse.  

   Revoloteando, como si de un ave se tratara, la niña comienza a danzar y girar por toda la habitación sintiéndose ligera y en paz, mientras una risa profunda y gozosa brota de su corazón.  

     A través de sus manos se expanden riadas de cremas de Luz a lo largo de todo su cuerpo, de su cara, e incluso de su cuarto.  

  Todo cuanto toca o abarca se enciende en dulces e intensos resplandores ¡Esencias Lumínicas de exquisitos colores, fragancias y sonidos flameando a través del espacio y las cosas en su alegre danza inmaculada!  

     Tal vez la Belleza sea algo que se encuentra mucho más allá de lo que vemos, pero, en definitiva, sí, así es: la Belleza y la Alegría SIEMPRE VAN DE LA MANO.  

    Encantada ante tal maravilla, sabe que no puede decir nada a nadie; tal vez con el tiempo, cuando vea a sus papás más tranquilos y relajados, les pueda contar su secreto. Aunque algo dentro de ella le dice que es mejor callar, o, por lo menos, no explicarlo todo.  

 

    Después, cuando baja a dar el beso de buenas noches a sus padres, parece como si el salón se llenara de una extraña y apacible fluorescencia que se hace contagiosa al ánimo.   

    Entonces su madre piensa: «Ariadna está creciendo…, se está haciendo mayor…», y se promete a sí misma pasar más tiempo a su lado y estar más atenta a ella.  

    La más sublime Bendición envuelve los corazones de la familia al completo, destacando el gran lazo de Amor que los une.  

...

 

    Ariadna se va a la cama feliz, deseando entrar en la sosegada aventura de otra noche de sueño y sabiendo que, en esta nueva Actividad de Belleza, se encuentra la Llave que conducirá a sus padres hacia una vida más equilibrada y feliz, y que los traerá también de vuelta junto a ella.   



FIN