Otras narraciones Independientes

Más abajo tienes un VÍDEO con extractos del contenido

fundidos en una bellísima música y en hermosas imágenes


La historia, fotografía e imágenes y el correspondiente vídeo han sido creados por María José Moreno

Forma parte de un conjunto de Narraciones Independientes las unas de las otras

La música del Vídeo pertenece al espléndido compositor Juan Carlos García

 

Sol es un cuentito muy, muy pequeñito que desea ayudar a los niños con sus bellas ilustraciones. A su lado, su Amigo Fabulín Fabuloso le ayudará...   


***

´Sol`, el pequeño cuentito  


    Ésta es la historia de un cuento muy, muy, pero que muy pequeñito. Tan chiquito era, que para apreciar las ilustraciones casi había que ayudarse de una lupa. Cuando alguien lo tomaba apenas si sobresalía de la palma de la mano, aunque fuera la de un chiquillo.  

    Desde siempre su ilusión era ser contado a todos los niños del mundo; pero pensaba que con ese tamaño… ¡poco podía hacer!

     - « ¿A quién le voy a gustar? ¿Quién me podría ver? ¡Soy tan  reducido!»

   Así de pesimista se mostraba en muchas ocasiones… Sin embargo, otras veces reflexionaba sobre la especial naturaleza de su nombre: ´Sol`. ¡Ah!, ¡cómo le gustaba! 

    - «Breve, sí, como todo en mí; pero fuerte y directo», cavilaba satisfecho para sus adentros. 

      Abrigaba la firme convicción de que tenía algo importante que enseñar; pero contaba con pocas páginas, texto escaso, y, aunque las ilustraciones eran realmente bellas, el tamaño hacía que apenas si se pudiera apreciar el suave trazo y precisión de sus líneas y los bonitos contrastes de los colores aplicados. 

    Reposaba casi perdido en la repisa de una biblioteca pública junto a otros muchos libros. El tamaño y formato de éstos variaba tanto como sus temas.  

     Algunos eran relatos de muy alta alcurnia, con encuadernaciones de oro y plata.    

    Había ejemplares con impresionantes láminas a todo color de lugares que él no conocía, pero que le encantaría visitar. 

  O cuentos como él mismo, pero grandes y con flamantes letras en las pastas; generosos discursos que narraban fábulas de todas clases: unas alegres, otras tristes; las había intrigantes, de aventuras, e incluso misteriosas leyendas del pasado profusamente adornadas por la imaginación.   

   Nuestro cuentito había establecido una especial comunicación con un libro de poemas infantiles situado hacía poco junto a él. De considerable tamaño, poseía unos dibujos de brillante tonalidad y parecía ser el favorito de las personas que frecuentaban ese recinto. 

      Cada mañana, al despuntar el sol, escuchaba su solemne voz diciendo:

« ¡Uaahhhh, qué bien he dormido!

¿Y tú, mi Principito querido?».

 

    - «Yo también», contestaba tímido mientras miraba a Fabulín Fabuloso, que era el nombre de su compañero de estantería.  

    Le gustaba cuando le llamaba ´Principito`, y en silencio contemplaba arrobado su gran porte y relajado ´saber estar`.  

     Sabiendo de su inquietud, Fabulín Fabuloso le solía decir:

«Estate tranquilo;

el día llegará en que puedas

realmente ayudar».


    - « ¿Pero cómo? Ya ves que casi no me lee nadie. ¡Creo que ni me ven!».

 

«Tú confía.

Confía y espera tranquilo,

porque la solución está al hilo…».


      Y casi sin darse cuenta, contagiado quizás por la asombrosa placidez que de su amigo manaba, con el tiempo comenzó a despertarse con la convicción de que su verdadero destino estaba próximo; un destino acorde con ese sentimiento que le nacía desde muy hondo.

     Entonces se permitía disfrutar de los niños y de los pocos adultos que se detenían en unos y otros libros de la sección infantil, y podía imaginar el momento en que lo descubrieran y leyeran, y cuán sencillamente su bonita historia aportaría a esos corazones jóvenes la alegría de saberse y sentirse como parte e hijos de un mismo Sol. 

    Finalmente un día ocurrió lo anhelado. Un gran revuelo entre los libros de la biblioteca al completo le puso sobre aviso de que algo inesperado ocurría. Intrigado escuchó atentamente tratando de informarse.  

    - « ¡Qué emocionante!», parloteaban dos volúmenes de Ciencias Naturales. «Parece que nos ha visitado el Comité de Cultura Infantil», decía uno de ellos. «Han decidido otorgar un galardón especial al libro más inspirado para la Ayuda a la Infancia. ¡Uuuyyy!, ¡qué nervios!»; y con un gesto de conspiración continuó: «He escuchado que el premio consiste en reeditarlo en un formato cómodo y atractivo para los niños. ¿Te imaginas? ¡Seguro que somos los elegidos!». 

    Satisfecho, su colega asintió: «Y dicen que tendrá un tamaño considerable, con grandes letras en relieve».  

      Entonces, Fabulín Fabuloso susurró al pequeño Sol:

« ¡Mira qué gran Oportunidad!,

¡a la Comisión le puedes gustar!».


     - «Si por fin pudiera ayudar realmente a los niños…», pensó Sol.

    Imaginaba el título perfilado en letras doradas sobre una cubierta reluciente y satinada, y en sus páginas la escritura redondita y clara, animada por las encantadoras estampas. «Nítidas y lucidas; ¡así vistas elevarían el alma de quien las contemplara!».    

   - «Pero, ¿qué puedo hacer yo?», preguntó inseguro. 

 

«Creo que lo que podías hacer,

hecho ya ha sido.

Tu historia perfecta es,

y la Vida te traerá

lo que ya tienes merecido.

Sólo te queda

confiar, agradecer… y esperar».


   Y esta sencilla explicación le tranquilizó. De algún modo comprendió que la Vida no se equivocaba; y supo que, si en verdad podía favorecer el crecimiento espiritual de quien lo leyera, entonces ocurriría lo necesario para que así fuese. 

    Aquél día aprendió que en nuestras manos sólo está el correcto hacer, y que todo lo demás encuentra el camino y el momento idóneo para expresarse de la mejor manera. 

 

***

 

    Pasó el tiempo, y, efectivamente, nuestro cuentito fue escogido como el mejor dotado para este privilegio. 

   Con la transformación atrajo la atención de incontables lectores, convirtiéndose en un libro de almohada para muchos niños, y de inspiración para todo el que lo encontraba y tenía la intuición de abrirlo y dejarse envolver en su grácil Mensaje.  

     Como decía Fabulín Fabuloso:

«Cada historia bien contada,

un día será galardonada

y su gran premio consistirá

en nuevas oportunidades para dar.

 

» ¡Ay, mis queridos Principitos!,

Hijos todos del mismo Sol,

como Rey del Cielo y de la Tierra,

Sus Rayos nuestro sustento son;

haced como Él y entregad

lo mejor de vuestro Corazón.

Y sabed que el Bien, si se busca,

en todo se puede hallar.

 

»Aprended y perseverad,

que ya la Vida

del resto se encargará.

Y cuando la duda acuda, decidle:

¡vete, pues yo sé que lo perfecto

me ha de encontrar! 

¡Ay, mis queridos Principitos!,

¡quién sabe lo que está por llegar!»

 

FIN

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